PANTANO RECORDS


ROCK´N ROLL, GARAGE,  PUNK, SURF, BLUES, POP....



Bajo la apacible y estancada apariencia del pantano se esconden las más extrañas formas de vida. ¡La vida! Sí, damas y caballeros, la vida en continua e impredecible evolución, desde las formas más aberrantes a las de más canónica belleza.

Las bacterias de los gargajos del punk que no cesa, los monstruos de cuerpo de anciano y cerebro de adolescente, las burbujas fétidas exhaladas por pulpos de agua dulce que llegan a flor de agua en temblores de contrabajo, voces que no vienen de ningún cuerpo carbónico y sí de pedales de niebla tóxica; ilustraciones eróticas que han fermentado después de cincuenta años de polvo, semen, humo, mariposas, de la luz de los escáneres y de la reproductibilidad técnica y han pasado a ser peligrosas criaturas venidas desde más allá de la ficción para provocar temblores y problemas tangiblemente reales. La sutileza del plancton surfeando el rompiente de una ola y reverberando incandescencia selenita al romper sobre los muslos de una bañista nocturna de agosto que saluda a unos trogloditas que celebran la última comunión en una luau party entorno a la hoguera y junto a la duna.

Sí, señores y señoras, la Vega Baja, el Tex-Mex de Valencia y Murcia, esconde todo eso y más.

Así nuestro Viejo y Bueno Rock’n’Roll aparentemente se niega a evolucionar -por el legítimo miedo a devenir otra cosa- y acaba enredándose en las más perversas involuciones, espirales inmóviles como el agua estanca y letal del pantano de la cosa verde y melosa, como la hiedra venenosa o la ceguera de ojos de radar del murciélago.

Así el sello independiente Pantano Records se dispersa entre todas las resurrecciones voodoo, las multiplicaciones de clones defectuosos que enardecen más que el original y que aparecen donde menos se espera  -el Reino de Valencia más meridional-, los falsos profetas y predicadores sablistas que comunican verdadera fe -¡amén, hermano!-, reencarnaciones prae mortem de esa bestia horrorosa, aullante, sudorosa, gigantesca, perennemente moribunda y pubescente que llaman -bendito sea su nombre por siempre- Rock'n'Roll.

 

Ramón Morera i Soler